Hablamos con Gràcia sobre la situación de los centros catalanes en el contexto de la pandemia, las propuestas de mejora y la gestión del Govern en estos recursos.
Pregunta.– Ahora que se habla de replantearse el modelo residencial, ¿qué aspecto requiere, bajo su punto de vista, un abordaje urgente?
Respuesta.- Para mí, lo más importante, teniendo en cuenta que tenemos una crisis sanitaria, es dejar claro que nosotros somos un servicio social y que tenemos que tener muy definida la coordinación con los equipos de referencia de salud del ámbito de actuación de cada residencia.
Esto significa determinar qué coordinación tenemos con los centros de atención primaria y precisar la colaboración que tiene que haber con los departamentos de salud. Ahora mismo, nuestra dependencia organizativa es de Servicios Sociales, con lo cual, la coordinación con Salut no está muy bien definida. Deberíamos avanzar en el Programa de atención integral de salud y servicios sociales, que está definido y diseñado desde hace muchísimo tiempo, pero no está implantado en el territorio. Creo que es una ocasión perfecta para dar este paso.
P.– Desde esa coordinación con Salut, ¿apostaría por una mayor sanitarización de las residencias?
R.- No. Las residencias son la continuación de la vivienda de las personas mayores. Y lo que debería tener todo el mundo es la misma atención sanitaria que tiene cuando vive en su vivienda. De ahí la integración y la definición de una coordinación entre Servicios Sociales y residencias y Salut.
No se debería convertir las residencias, que son un servicio social, en un modelo sanitario y hospitalario. Además, los usuarios no estarían a favor: la gente no quiere vivir en un hospital, quiere vivir en su casa, y entiende la residencia como la continuación de su vivienda.
P.- Desde marzo hasta hoy, ¿cómo valoraría la gestión del Govern con respecto a las residencias?
R.- La verdad es que no podemos decir que se haya gestionado mal, porque nos cogió a todos por sorpresa. No es solo una crisis, es una auténtica catástrofe sanitaria. Se notó mucho la ayuda y el traspaso de las competencias en residencias al Departament de Salut.
También es verdad que, cuando llegó la ayuda de Salut a las residencias, ya habían pasado unas semanas, y los primeros problemas, que eran total desconocimiento del virus, la falta de equipos de protección individual (EPI) y la falta de PCR, con las semanas se fueron solucionando. Con lo cual, Salut entró con la pandemia un poquito avanzada.
La coordinación actual con Salut es excelente y seguimos dependiendo de los dos departamentos, de Servicios Sociales y de Salut, a fecha de hoy. Con lo cual, esa coordinación entre ellos y esa ayuda y apoyo a las residencias en los dos ámbitos, el histórico que hemos tenido siempre en el área de Servicios Sociales, y el actual para combatir una crisis sanitaria, es perfecta hoy.
P.- Ha estado participando en la Comissió d’Investigació sobre la Gestió de les Residències per a Gent Gran del Parlament catalán. ¿Cree que este órgano cumplirá el propósito para el que está diseñado?
R.- Nosotros fuimos convocados como expertos para que explicáramos nuestra vivencia como asociación. Todos los miembros de la junta directiva de ACAD gestionamos diariamente residencias, centros de día o empresas de servicios domiciliarios, por lo que por desgracia, lo hemos vivido en primera persona. Hicimos nuestra aportación, que básicamente ha versado sobre la problemática de la falta de PCR, la descoordinación en la aplicación de PCR entre usuarios y los trabajadores, la falta de EPI y –también fue muy crítico y lo pusimos encima de la mesa– la imposibilidad, en algunas zonas y fechas, de derivaciones hospitalarias de usuarios que cumplían los requisitos para ello; para que fueran atendidos con más y mejores y medios que los que podemos dar en las residencias. Esperemos que sirva de algo. Estamos en un momento en que la comisión, hasta donde sabemos, sigue en marcha. En diciembre hay una disolución del Parlament por la convocatoria de elecciones, pero espero que lo que estamos explicando todos los ponentes en la comisión sirva para que esta segunda ola nos coja mucho más preparados y no tengamos los mismos problemas que ya tuvimos. El virus es exactamente el mismo.
P.– Como dijo, vivió los meses de confinamiento en primera persona desde las residencias. ¿Qué nos puede contar de ese tiempo?
R.- En las residencias, la afectación que hubo durante la primera ola fue muy grave. Hubo muchísimos contagios –las cifras ya corren por el sector–. Y la verdad es que fue igual de dramático en el caso del contagio de los usuarios que en el porcentaje de exitus (muertos), con cifras bastante altas. Hubo muchísimos fallecidos, si bien en la actual ola, hay muchísimos contagios pero el porcentaje de fallecidos es mucho más bajo.
Pero es que hubo otro componente muy importante que afectó muchísimo al funcionamiento de residencias, que fueron las bajas de los equipos de profesionales y el personal que trabajamos en los centros. Eso fue muy dramático porque impedía la correcta prestación del servicio. Se crearon bolsas de trabajo, pero en el momento en que entraba el virus en un centro y afectaba a usuarios, de forma proporcional, se contagiaban los profesionales, y eso provocaba un porcentaje de bajas médicas importantes.
P.- Actualmente, la Generalitat lleva un sistema de control de la situación en los centros basado en colores (verde, naranja y rojo). ¿Qué tal está funcionando?
R.- Ayudó mucho. También, el poner los diferentes tipos de colores a las residencias venía por la definición estructural de la residencia. Realmente, ese color lo define la sectorización y la capacidad de aislamiento que tiene el centro ante un brote de Covid-19. Y ayudó muchísimo para determinar si, en el caso de que hubiera un brote en una residencia, esta podía aislarlo tanto a nivel estructural como organizativo, y definió perfectamente las residencias que necesitaban ayuda. Las verdes no tenían brotes, las naranjas tienen brotes pero están controlados –pueden aislar y sectorizar–, y las rojas, o no los tienen controlados o carecen de esa capacidad de aislamiento y sectorización. Y eso, en algunos casos, implicaba la derivación de los usuarios para su tratamiento en otros recursos alternativos que la Generalitat habilitó.
P.- Actualmente, que una instalación para uso residencial no tenga capacidad de aislamiento o sectorización tiene gravísimas implicaciones.
R.- Sí. Una residencia que no tenga capacidad de aislamiento y no tenga ningún caso pasa de ser verde a roja en 24 horas. Por suerte, hay recursos repartidos por toda la comunidad y, en principio, cuando se da algún caso de estos, primero, la Generalitat nos hace reservar una serie de plazas para poder asegurar un mínimo de cobertura ante un posible brote en la propia residencia, independientemente del color. Con lo cual ya tenemos una capacidad, un pequeño colchón dentro de nuestros propios centros, para poder hacer estos aislamientos, cosa que con un 100% de ocupación no habría ningún recurso alternativo dentro del propio centro. Las habitaciones que permiten estos aislamientos y que hoy están vacías, permanecen reservadas en previsión de algún brote.
Después, existen recursos alternativos, que serían otras residencias grandes, algunos hospitales sociosanitarios u hoteles preparados para ello, por si la residencia que tiene el brote no tiene esa capacidad de aislamiento o sectorización, y se puedan derivar. Eso hoy está previsto y controlado, y de hecho, nos consta que funciona.
P.- Acaba de comentar que en las residencias hay plazas sin ocupar para tener capacidad de aislamiento. ¿Cómo impacta esta medida en el sector?
R.- Nosotros diferenciamos dos tipos de plaza. Una es la que la propia Administración nos solicita que reservemos para posibles aislamientos futuros o necesidades ante un brote. Para mantener esas plazas, la Generalitat compensa económicamente a los centros. Otro tema diferente es que, ante los fallecimientos que ha habido durante estos meses y por la situación que estamos viviendo en las residencias – en que la cotidianidad de la vida se ha visto alterada–, existen, actualmente, más de 7.000 plazas vacías, según los últimos datos.
Esto, evidentemente, lleva de forma paralela a la crisis sanitaria que hemos tenido en el sector, una crisis económica que está llevando a algunos centros a una situación de tensiones de tesorería. Que para poder prestar los servicios correctamente, aparte del gasto que tuvimos en EPI, hemos tenido que reforzar equipos y personal. Se habla de una crisis sanitaria, pero hay también una crisis económica que no es ajena a nuestro sector. Es como una tormenta perfecta. Tenemos crisis sanitaria, tenemos crisis económica y también hay una crisis en el funcionamiento de la cotidianidad de las actividades, y de las visitas, y de las salidas de usuarios…
P.- El pasado verano, el Govern aprobó el Decreto de acreditación, concierto social y gestión delegada en la red de servicios sociales de atención pública. Lleva pocos meses funcionando, pero, ¿qué tal le parece esta norma?
R.- Nosotros siempre hemos apostado por los servicios de calidad. Y el hecho de que se indexen los conciertos a la calidad que prestan los servicios nos parece excelente. Y no solo vinculados al precio. Ahora mismo, el sector ha avanzado poco, pero estamos totalmente abiertos para que realmente apostemos por servicios de calidad, independientemente de la titularidad y del número de plazas de los que disponga cada residencia.
La radiografía del sector en Catalunya, ahora mismo, nos dice que el 50% de los centros, prácticamente unos 500, son menores de 50 plazas, por lo que es una realidad hoy que en Catalunya están funcionando los centros con un número de plazas de entre 25 y 50 plazas, y pueden apostar por unos servicios de muchísima calidad, con una integración en la comunidad con una cercanía al usuario y a las familias que es muy importante.
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